Consejos útiles sobre su utilización
Trufa negra de Teruel fresca, más que un manjar
El mejor modo de disfrutar de las excelencias de la trufa negra de Teruel, Tuber melanosporum Vitt., y de su incomparable e inconfundible aroma y sabor, es consumirla fresca. Es decir, no más tarde de los 10 días posteriores a su recolección. Es durante este periodo de tiempo cuando la Trufa Negra de Teruel se encuentra en su plenitud.
SE ACONSEJA:
- Conservar la trufa limpia. Para quitar la tierra de sus rugosidades, se recomienda utilizar agua fría y un pequeño cepillo, y después secarla con papel de cocina.
- Conservarla a temperatura de refrigeración entre 2 y 5 °C, a ser posible en la parte inferior de frigoríficos que no resequen demasiado.
- No se recomienda guardarlas al aire libre, ya que existe el riesgo de oxidación, con la consiguiente pérdida de perfumes.
- No guardar la trufa en un recipiente que cierre herméticamente, puesto que debe airearse. Utilizar, por ejemplo, un recipiente tapado con film transparente. En la base del recipiente podemos poner papel de cocina.
- Otra manera de conservarla en el frigorífico sería utilizar un recipiente poroso, como cestería o recipientes de barro, cubiertas con un trapo con cierta humedad.
Otro modo de conservación es la congelación unitaria de las trufas frescas, para poder consumirlas durante el año. Para consumir trufa congelada no hay que descongelarla, sino que es mejor rallarla sobre aquel plato que estemos cocinando. Así, si no la utilizamos entera, puede seguir conservándose congelada. Es recomendable envolver las trufas en papel de aluminio antes de introducirlas en las bolsas especiales de congelación que ofrece el mercado.